Alfa Diario, la pervivencia del “periodismo a la vieja escuela”

Toluca, Estado de México; 20 de noviembre de 2018. En pasta dura roja está encuadernada la historia de Alfa Diario, un proyecto periodístico que, entonces, tenía el nombre de semanario Cambio.  En cada uno de los 75 tomos se guardan, a simple vista, las páginas amarillentas de un periódico impreso escrito a cuatro columnas, con […]

Toluca, Estado de México; 20 de noviembre de 2018. En pasta dura roja está encuadernada la historia de Alfa Diario, un proyecto periodístico que, entonces, tenía el nombre de semanario Cambio. 

En cada uno de los 75 tomos se guardan, a simple vista, las páginas amarillentas de un periódico impreso escrito a cuatro columnas, con dos o tres notas por página y fotos en escala de grises; dentro, en las líneas, en lo profundo, está la información generada por un equipo de trabajo que arrancó lleno de expectativas y sueños. 

 

El papel guardado huele a viejo, a historia contada, a veces a historia cíclica, los titulares: “Nada hace la policía para frenar y aclarar los asaltos bancarios”, “Capturan a secuestradores de Santa Ana Tlapaltitlán”, “Canacintra y Coparmex a favor de que el candidato a gobernador sea oriundo”, “El peor invierno de los últimos años congela al Valle de Toluca”, parecen recién concebidos, como si fuera hoy mismo cuando se trabajó, revisó e imprimió el primer número. 

La inseguridad, el caos vial, la tala clandestina y la nota roja son testigos del paso del tiempo, temas trascendentales en el momento cuya búsqueda y construcción sintáctica fueron la forma de vida de quienes recopilaron, resumieron e interpretaron la información.

 

 

En el periódico se asoma la declaración de principios; un número uno con un flamante editorial: “No pretendemos inventar el hilo negro ni colocarnos manto de mandarín, toga de gurú, maestro o guías […] pretendemos ejercer un periodismo sin caretas ni manipulaciones económicas, políticas o de cualquier índole. Pretendemos elaborar y entregar un producto veraz, confiable, de calidad. Pretendemos ejercer la libertad de expresión y el derecho a la información, como un servicio social, con entera libertad y responsabilidad”.

Difíciles y ambiciosos objetivos planteados por quienes decidieron llevar a cabo este proyecto, elegidos todos por sus méritos, escribe J. Antonio G. Huicochea en la columna de este primer número, “Cambio, periodismo a la vieja escuela”… Un director que ofreciera la capacidad de conducción: Antonio García Rojas; un gerente que estuviera a la altura de la dirección: Hugo Miranda; jóvenes que representaban el presente y el futuro de la profesión: Mario García Huicochea, María de la Luz González Segura, Mariel Álvarez, Felipe Pérez Ávila, Rosalío Reyes y Mario Mendoza. 

 

 

El semanario de entonces tenía la intención de aprovechar un recurso “tan olvidado y tan rico: el reportaje “[…] temas comunes de impacto a la sociedad [eran] la premisa de quienes abordamos esta nave”, y así se hizo, número tras número. 

En el número 2,350, la historia recomenzó; el 1 de octubre de 2007 se realizó un nuevo número 1: Alfa. El nuevo cambio. Mario A. Huicochea asumió la dirección general. Un nuevo nombre, un nuevo formato, la misma pasión y la misma búsqueda por ofrecer al lector la versión más completa posible de los hechos, la pervivencia del “periodismo a la vieja escuela”. 

Las pastas rojas gruesas guardan ejemplares impresos hasta 2012, surge Alfa Diario como el primer medio electrónico en Toluca; el contenido de la columna de Antonio Huicochea se mantiene como principio: “Con certeza habrá momentos amargos y difíciles, pero estos obstáculos tendrán que ser sorteados con la experiencia, juventud, categoría, trayectoria, honestidad y pujanza…”

 

 

El oficio del periodismo no cabe en 75 tomos empastados, tampoco en la web ni en las redes; el oficio del periodismo nace, crece y se consolida; se aprende día con día; es resultado de procesos, buenos y malos; de relaciones, exitosas y fallidas; de errores y aciertos, de censura y libertad, pero en especial de pasión, de la búsqueda constante por contribuir, cada momento, al mejoramiento de una sociedad de la que, a su vez, el periodista forma parte. 

Asumir el periodismo como forma de vida implica inteligencia y sagacidad, análisis y crítica y -especialmente en estos tiempos- valentía y coraje, es un oficio difícil pero satisfactorio, porque nada es más importante que saberse parte activa de una sociedad a la cual se le puede aportar algo.

Por las pastas rojas, la información, la participación y la verdad; por lo años y la pasión. Larga vida a AD.